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miércoles, 24 de noviembre de 2010

Invitación Cena y Presentación de Libro Masonería y Revolución de Mayo


Estimados/as Colegas:

Queriamos comentarles que el día 30 de noviembre próximo presento el libro "Masonería y Revolución de Mayo. Influencia en el pensamiento político" en el marco de la cena anual de la Respetable Logia Gran Reunión Americana N 452.

Este libro forma parte de las investigaciones que viene realizando el Centro de Estudios para la Gran Reunión Americana. En ese sentido, se les entregará a los ponentes una distinción por haber participado del emprendimiento. Posteriormente se presentará el Plan de Trabajo 2011, donde se encuentra el Proyecto de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA: "Masonería en la Emancipación Americana.

Quien le interese participar puede comunicarse a logra542@gmail.com o centrogranreunionamericana@yahoo.com.ar. En esa oportunidad a quienes participen de la Cena se les entregará un libro de regalo con el costo del cubierto ($50).

Un gran saludo.

Ricardo Romero
Director

Roberto Sahakian
Presidente

jueves, 11 de marzo de 2010

Revolución de Mayo y Masonería

Revolución de Mayo y Masonería*

Dr. Nicolás Breglia

La Revolución de Mayo, es un de los hechos políticos mas importantes de nuestra historia. Es el comienzo de trascendentales reformas políticas, sociales, estructurales y económicas en nuestro país. La formación del primer Gobierno Patrio, es la concreción de los ideales de independencia que se vieron concretados el 9 de julio de 1816.

Con anterioridad se habían producido en América rebeliones populares con la idea de separarse del dominio español, todas fracasaron, pero se fue gestando paulatinamente un ideal de independencia, que fue madurando y se concretó durante el siglo XIX.

En Buenos Aires, capital del flamante Virreinato del Río de la Plata, se instaló este ideal, por el derecho innato del hombre a su autodeterminación, a ser el artífice de su propio destino, de lograr su libertad e independencia de cualquier tipo de dominación.

Y además, por razones económicas, ya que el Monopolio Comercial impuesto por el Gobierno Español, impedía el desarrollo de las colonias. Los comerciantes y productores de Buenos Aires aspiraban lograr la libertad de comercio y el dominio de la aduana, que era una fuente importante de ingresos.

La Masonería no fue ajena a éste hecho histórico, la patrocinó, fue el nervio motor de la formación del Primer Gobierno Patrio, que culminó con la declaración de la Independencia de nuestro país.

A fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX, se instalaron Logias Masónicas, en la ciudad de Buenos Aires. Las Logias que levantaron columnas fueron la denominada “San Juan de Jerusalén para la felicidad de esta parte de América” en el año 1804 con Carta Constitutiva de la Gran Logia de Marylan y la legendaria Logia “Indepedencia”, cuyo funcionamiento data del año 1795, con carta Constitutiva de la Gran Logia General Escocesa de Francia, que es el antecedente del Gran Oriente Francés, cuyo Venerable Maestro al producirse los acontecimientos de mayo de 1810, era Julián Alvarez, y tenía por objeto lograr la independencia del Virreinato del Río de la Plata de cualquier dominación extranjera. El Jefe de la Masonería en esa época fue don Saturnino Rodriguez Peña, que a la vez era el representante de don Francisco de Miranda.

Las Logias que actuaron durante el proceso de emancipación, era Logias influidas por la masonería francesa y española y no como se suele creer por la masonería inglesa. Esta última tuvo escasa influencia en el proceso emancipador.

Por ejemplo, la Logia Independencia es el antedecente de la Logia “Lautaro”, como señalamos, su VM fue Julián Alvarez, que fue uno de los que facilitó la vinculación de San Martín con la aristocracia porteña. Trabajaba con el Rito Moderno Francés, que contaba con cinco grados, los tres primeros eran simbólicos e integraba la Logia Lautaro y los dos restantes filosóficos. El grado 4º, denominado Rosa Cruz y el grado 5º Caballero Kadosch, que integraban la Logia Magister o lo que San Martín denominó La Gran Logia de Buenos Aires.

En el año 1793, se celebra un pacto entre Francisco de Miranda, y los dignatarios Masónicos americanos, entre los que se encontraba Don Saturnino Rodriguez Peña, donde se acordó el apoyo de tropas inglesas para concretar el proceso de emancipación americana, pero se dejó perfectamente aclarado, que solamente debían intervenir para el apoyo militar, y que debían abstenerse de incorporar estos territorios al dominio de la Corona Inglesa.

Cuando se produce la primera invasión inglesa en el año 1806, los masones de Buenos Aires creyeron que las tropas enviadas venía a apoyar el movimiento emancipador, y al advertir que no fue así, porque un iniciado masón, Beredsford destituyó al Virrey, y se nombró Gobernador, mantuvo en sus puestos a toda las estructuras del gobierno Colonial, proclamó la libertad de cultos y el libre comercio, izó la bandera inglesa y ordenó que los habitantes de Buenos Aires, juraran fidelidad a la bandera y al monarca inglés, habilitando a tal efecto una bitácora donde las familias de Buenos Aires debían suscribir la subordinación a la corona Inglesa.

Según las crónicas de la época, 28 familias caracterizadas de la ciudad, suscribieron su fidelidad a la corona Británica. Cuando los ingleses fueron derrotados ocultaron celosamente la bitácora y la llevaron a Londres.

Esta actitud sorprendió a los masones de Buenos Aires, en forma inmediata comisionaron al iniciado Juan José Castelli para que se entrevistara con el autodenominado gobernador. La reunión fue muy tensa, Castelli en forma imperativa le exigió al General Beredsford el cumplimiento del pacto celebrado en el año 1793 con el General Miranda, pero el Jefe inglés rechazó terminantemente el reclamo. A partir de ese momento, nació en la mente de los criollos la idea de la Reconquista de Buenos Aires (Zuñiga, p. 51.).

Es importante recordar que la primera invasión inglesa fue prácticamente un desfile militar, tuvo escasa resistencia y una dotación de 1.200 hombres tomaron la Ciudad de Buenos Aires.

Cuando fue derrotado, en reunión secreta el General Beredsford se juramentó ante los Masones de Buenos Aires, que no tomaría las armas en contra del virreinato, y que se comprometía a gestionar por ante su Majestad Británica el apoyo al movimiento emancipador, y que abandonara la idea de anexión de las colonias españolas en América.

Bajo esas condiciones es dejado en libertad, se traslada a la ciudad de Montevideo, y allí se encuentra con una escuadra que traía 12.000 hombres para reforzar el dominio sobre Buenos Aires. El General a cargo le entrega el mando, y el General Beredsford se negó terminantemente a hacerse cargo de la fuerza militar, por haberse juramentado masónicamente a no tomar las armas contra Buenos Aires, y cumplir una misión diplomática ante el Gobierno de su Majestad Británica.

En la segunda invasión Inglesa, advertidos los habitantes de Buenos Aires sobre sus intenciones, esa fuerza de 12.000 hombres, no pudieron tomar la ciudad. Es importante tener en cuenta, que se trataba del mejor ejercito del mundo, y que Buenos Aires contaba en ese momento con 40.000 habitantes, encontrándose aproximadamente 8.000 con capacidad de combate.

La Ciudad se levantó en armas, pelearon desde el nieto hasta el abuelo, también lo hicieron las mujeres, en una gesta sin precedentes, el pueblo de Buenos Aires en su conjunto se batió heroicamente en contra del ejercito invasor derrotándolo en forma contundente.

Esta victoria envalentonó a los patriotas, se dieron cuenta que si pudieron vencer al mejor ejército de la época, estaban en condiciones de luchar por su libertad.

En forma inmediata, se formó el partido de los Patriotas dirigidos en forma mayoritaria por los Masones, que aspiraban a obtener la independencia de éstas tierras, y como contrapartida se formó el partido de los Españoles, que aspiraban a mantener éstas tierras bajo el dominio español.

El partido de los patriotas contaba con el apoyo del regimiento de “Patricios” cuyo jefe era el entonces Coronel Cornelio Saavedra, también masón. El partido de los españoles estaba liderado por Martín de Alzaga, apoyados por los regimientos de los “tercios de gallegos”, “vizcaínos”, “montañeses” y “andaluces”.

En el año 1809, el partido de los españoles trató de dar un golpe de Estado y designar una Junta de Gobierno adicta al soberano español, pero fueron derrotados por la acción decidida y enérgica del jefe del regimiento Patricios.

Las posiciones encontradas entre ambos bandos provocaron un estado de inestabilidad en la sociedad colonial de entonces y una creciente desconfianza entre los grupos en pugna.

La llegada al Puerto de Montevideo de la fragata inglesa “John Paris” el día 13 de mayo, con la noticia de la caída de Sevilla en manos de Napoleón, precipitó los acontecimientos en Buenos Aires.

Al encontrarse acéfalo el gobierno en España se convoca a Cabildo Abierto, para decidir la actitud a adoptar, ante el cariz que estaban tomando los acontecimientos. Se plantearon posturas totalmente antagónicas: la sostenida por el Obispo Benito de Lué y Riega, que militaba activamente en el Partido de los Españoles, defensor del absolutismo monárquico, negó enfáticamente el derecho de los americanos para hacer innovaciones en el gobierno, destacando el hecho innovaciones en el gobierno, destacando el hecho de que las Indias era propiedad de España y que mientras exista un español en América era el que debía gobernarla. La soberanía del gobierno residía en España y era privativa de españoles.

Esta postura es rebatida por Juan José Castelli, como dijimos masón, que militaba en el Partido Patriota, sostuvo con acierto las modernas teorías de la soberanía popular basadas en las doctrinas liberales imperantes en la época de Domingo de Soto, Francisco Suaréz y Francisco de Vitoria, que sostenían que el poder soberano viene de Dios, reside en el pueblo y éste lo delega en el Rey, y al haber caducado, el gobierno Español, el soberano y por ende sus autoridades, el pueblo debe reasumir la soberanía y designar las autoridades que estime convenientes a sus intereses. Triunfa ésta postura y el Virrey es depuesto.

El Virrey y el Partido Español no se quedan quietos, no se dan por vencidos e inician una verdadera contrarrevolución. Ese mismo día, en horas de la tarde se procedió a formar una junta de Gobierno presidida por el Virrey Cisneros, e integrada por Saavedra, Castelli, Sola e Inchaurregui.

Esta jugada desconcertó a los patriotas porque el pueblo pareció satisfecho con la elección de las autoridades y el Partido de los Españoles se consideraba triunfantes por el haber salvado la autoridad del Virrey.

Los patriotas, en su mayoría masones, se reunieron en la casa de Rodríguez Peña, y luego de largos debates y deliberaciones decidieron convocar nuevamente a un Cabildo Abierto, y con el apoyo del Regimiento de Patricios, que movilizó sus tropas y a sus baterías, lograron imponer una Junta de Gobierno adicta a su posición política. Pudiendo ponerse de acuerdo con los candidatos a integrarla. El que redacto la lista con los nombres de los integrantes de la Junta de Gobierno fue don Antonio Berutti.

Finalmente el Cabildo Abierto del 25 de mayo de 1810, se nombró la Primera Junta de gobierno, integrada de la siguiente forma: Presidente: General Cornelio Saavedra (masón); Secretarios: Mariano Moreno (masón y miembro de la Logia Independencia), y Juan José Paso, (masón, también miembro de la Logia Independencia y de la Sociedad de los Siete); Vocales: Manuel Belgrano (masón, miembro de la Logia Independencia, de la Sociedad de los Siete, Venerable Maestro de la Logia Argentina y posteriormente denominada Logia de la Unidad Argentina de la ciudad de Tucumán), Juan José Castelli (masón y Venerable Maestro de la Logia Independencia), Domingo Matheu (masón y miembro de la Logia Independencia), Juan Larrea (masón y miembro de la Logia Independencia), Manuel Alberti (masón y miembro de la Logia Independencia y de la Sociedad de los Siete) y Miguel de Azcuénaga, que no se registra su pertenencia masónica.

La pertenencia a la Orden de la mayoría de los integrante de la Primera Junta ponen de manifiesto el protagonismo que los mismos tuvieron durante los sucesos revolucionarios y en la conformación del Primer Gobierno Patrio.

Fue importante también la participación de un sector de la Iglesia Católica en el proceso iniciado con la Revolución de Mayo. La Iglesia se divida en forma horizontal, un sector se mantiene fiel a la conducción del Vaticano, son los defensores del Absolutismo Monárquico oponiéndose a cualquier ideal de independencia.

El otro sector dirigido por Diego Estanislao Zavaleta, rector de la Catedral de Buenos Aires, apoyaba decididamente el proceso emancipador. Este clérigo olvidado por la historia, tiene una importancia decisiva en los sucesos de mayo porque justifica bajo el punto de vista teológico la formación de la Primera Junta. Sus biógrafos, dan cuenta que era un asiduo concurrente a los Clubes presididos por don Saturnino Rodriguez Peña.

La Revolución de Mayo es un acontecimiento trascendente en la vida política de nuestra historia. Es el comienzo de importantes reformas políticas, sociales y económicas de nuestro país, con fundamento en los principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad.

Es a partir de éste momento, que basados en éstos principios, llevaron a la sociedad profana las propuestas de organización social, políticas y económicas de la Orden Masónica como base para el ordenamiento jurídico y constitucional, tales como la defensa de la soberanía popular, autodeterminación de los pueblos, la igualdad jurídica, la división de poderes, la representación, las libertades de pensamiento, expresión y conciencia, que son estudiadas en la pasividad de los templos.

Los Hombres de Mayo, nos señalaron el camino debemos tenerlo siempre presente, pero como la obra iniciada, aún no ha concluido, tenemos, la obligación de continuar con esos trabajos y lograr la concreción definitiva de los ideales políticos y sociales que propone la Orden Masónica, es la gran deuda que tenemos con la sociedad.

Depende de nosotros asumir el desafío, recoger y concretar la obra inconclusa de la masonería.

Bibliografía consultada

  • De Gandía Enrique, La independencia de América y las Sociedades Secretas. Ed. Sudamérica, Santa Fe, 1994.
  • Lappas, Alcibíades, La Masonería Argentina a través de sus hombres, Buenos Aires, 1996.
  • Zuñiga, Antonio R. T. La Logia Lautaro y la Independencia de América.
  • Emilio Corbiere La Masonería. Política y Sociedades Secretas en la Argentina.
  • Lazcano Martín V. Las Sociedades Secretas y Políticas y Masónicas de Buenos Aires.
  • Dossier Almazán, Bernardo Bernardo Beresford, Gobernador de Buenos Aires.
  • Calvo, Nancy, Di Stefano, Roberto y Klaus Gallo, Los curas de la Revolución.


* Conferencia organizada por la Respetable Logia América Nº 32, en la sede de la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones, 22 de Mayo de 2009.

domingo, 21 de febrero de 2010

Los Precursores de la Revolución Americana y sus relaciones con la Francmasonería

Blog de Mario Morales Charris

Blog de Mario Morales Charris


Por: José Stevenson Collante 33º
Ex Gran Maestro de la Muy Resp.·. Gr.·. Log.·. del Norte de Colombia

Según el Diccionario de la Lengua Española, XXII Edición, el vocablo Precursor, que precede, designa al que profesa o enseña doctrinas o acomete empresas que no tendrán razón ni hallarán acogida sino en tiempo venidero. Ese es el motivo por el cual antecede al nombre de pila de dos de nuestros libertadores, como un justo reconocimiento a sus épicas hazañas en favor de nuestra independencia del yugo español. Solo dos connotados patricios, uno venezolano y otro colombiano, merecieron llevar ese calificativo, a los que me referiré a continuación, en su orden continental:

I) Don Francisco de Miranda Rodríguez
Precursor de la Independencia Americana


Todos los historiadores consideran que el Precursor o Padre Espiritual de la libertad y de la independencia hispanoamericana fue el Francmasón venezolano, el general Francisco de Miranda Rodríguez, nacido en Caracas el 16 de marzo de 1750, del hogar que formaron el Capitán de Marina, canario, don Sebastián de Miranda y Pardo y doña Francisca Antonia Rodríguez Espinosa. Su vida fue una de las más arriesgadas por las múltiples dificultades que tuvo que pasar y vencer osadas aventuras. Un ser inteligente, intrépido, de buen trato y caballeroso, tenía que gozar del aprecio general y tener buenas relaciones con los distintos personajes que le tocó alternar en su agitada vida de visitante de muchos países y Cortes imperiales, tanto en Europa como en Norte América.

Desde Caracas partió en enero de 1771 rumbo a España y en el Puerto de Cádiz permanece hasta 1778, dedicado al estudio y a la carrera militar, no sin antes haber estudiado Filosofía, en la Universidad de su país. Su clara inteligencia, su fuerte personalidad y su formación académica, le abrieron camino para establecer relaciones intelectuales con personas de la mayor distinción en aquellos países que visitaba. Como militar luchó en el norte de África a la orden del ejército español, hasta obtener el grado de Capitán. Buscando ayuda para solucionar el grave problema de la independencia americana, en 1780 se encuentra en Cuba, que utiliza como puente para llegar a la Florida. Días después, que el patriota Jorge Washington, apoyado por Lafayette y Rochambeau, habían derrotado en Trenton y Yorktown a los ingleses, donde participa en la toma de la Plaza de Pensacola contra las fuerzas inglesas, donde por su arrojo es ascendido a Teniente Coronel. Allí tuvo la oportunidad de conocer a Lafayette y a otros ilustres europeos.

Por razones religiosas como anticristiano y por la manifiesta antipatía de los militares españoles el General De Miranda es acusado de simpatizar en 1782 con los ingleses, lo que le ocasiona ser tomado prisionero yencarcelado en el Castillo del Príncipe en La Habana, de donde logró huir a Carolina del Sur en 1783 y conoce a Jorge Washington, victorioso de la Revolución Norte-americana. Lograda su independencia, con deseo de libertad realiza un viaje de observación por varios países de Europa, donde tuvo la oportunidad de conocer y tratar con varios personajes importantes del mundo Europeo, como Catalina II zarina de Rusia y Federico II de Prusia, quienes le prometieron ayuda para la puesta en marcha de sus aspiraciones libertarias de América Meridional.

Como viajero de muchos países, emprendió acciones notables para liberar a las naciones de América del Sur, por los contactos que obtenía a través de la Masonería, en la que ocupó destacadas posiciones. Con éste propósito recurrió al apoyo de las principales Logias de los países europeos que visitaba como Francia, Inglaterra, Provincias Unidas, Italia, Turquía, Rusia en busca de ayuda para organizar y realizar la revolución de las colonias hispano – americanas.

Aprovechando en 1790 las desavenencias entre España e Inglaterra por el dominio de los mares, el General De Miranda presentó al joven Ministro inglés, William Pitt, un proyecto por él elaborado para lograr la emancipación de las Colonias Americanas de España, programa que no prosperó, en razón de que España desistió de su empeño de expansión marítima. Como Teniente General de Francia, es Comandante del Ejército del Norte en 1792 en las famosas campañas contra Bélgica y Holanda en el período de la Revolución.

Sin duda, fue un soldado americano al servicio del gobierno revolucionario francés para liberar los pueblos subyugados y oprimidos por la fuerza de los tiranos. Por sus servicios como defensor de la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad; por sus aportes y acciones al gobierno revolucionario, el General De Miranda es ascendido a Mariscal de Campo. Fue perseguido como conspirador contra Napoleón al ser delatado por su enemigo personal Joseph Fouché, por lo que fue expulsado de Francia. Más tarde, después de la Revolución, sus servicios fueron reconocidos por el gobierno francés al ser su nombre grabado en una urna vacía en el Arco del Triunfo de la Estrella que preside los Campos Elíseos de París, como Mariscal de Francia, único americano a quien le fue otorgado ese honor.

Después de la derrota de Neerwinden, aldea de Bélgica, celebre también por el fracaso de Guillermo de Orange en 1623, el General de Miranda fue acusado de traición. Luego de dos meses de estar encarcelado fue absuelto por no encontrarse mérito para ello.

Las más diligentes investigaciones no han tenido éxito para conocer el nombre, el lugar y la fecha de iniciación de la Logia donde el General de Miranda fue recibido en nuestra augusta Institución, por cuanto algunos historiadores afirman que se inició en una Logia de Virginia; otros que en Filadelfia; otros que en Londres y algunos aseguran que fue en Paris. Este es un rompecabezas que aún no ha sido resuelto, pero no hay duda de que fue un Masón bien formado y con las mejores calidades como patriota y revolucionario y de ideas progresistas modernizantes.

Después de algún tiempo de su periplo mundial y de su permanencia en Francia, el General De Miranda regresa a Inglaterra donde la empresa libertadora sufre un descalabro por la poca importancia que le prestó el Ministro W. Pitt a sus ideas libertarias. Esto lo obligó a redoblar esfuerzos para fundar en Londres en 1797 La Gran Reunión Americana que tenía, además de los fines Masónicos de formar hombres libres y de buenas costumbres, otros de carácter social, como era la liberación de las Colonias Españolas en América Meridional. En su residencia, en la ciudad de Londres, donde la gente procede con lentitud, sin alterarse, el General de Miranda funda la Gran Logia Regional Americana; allí adoctrinaba, como Gran Maestro, a los patriotas americanos y revolucionarios que venían de sus países de origen, destacándose entre ellos los chilenos Bernardo O'Higgins, José M. Carrera, Juan Martínez, Gregorio Argomedo, Juan A. Rojas; los argentinos José de San Martín, José Ma. Zapiola, Carlos Ma. de Alvear, Bernardi Monteagudo y Mariano Moreno, quienes en 1811, organizaron en Buenos Aires la Logia Lautaro, que luego fue extendida a Mendoza y a la ciudad de Santiago de Chile; de México, el fraile Bernardo Teresa de Mier, Vicente Rocafuerte, Carlos Montufar; de Cuba, Pedro Caro; de Venezuela don Andrés Bello, Luís López Méndez y el Libertador Simón Bolívar; de Santafé José Ma. Vergara Lozano, eran los más asiduos contertulios a las famosas Tenidas.

La Gran Reunión Americana fue fundada en Londres en 1797; además de los fines Masónicos que ejercía, tenía ciertos fines políticos, como era la emancipación de las colonias Españolas en América, como ya lo he expresado. Para tal fin, allí organizó la primera de éstas de esas sociedades, para atraer a los criollos americanos que aspiraban liberar a sus nacientes repúblicas. De boca de los chilenos que participaban activamente en esas Tenidas, conoció las hazañas del cacique araucano Lautaro, caudillo de su tribu, en las selvas de Carampanguey y el Tirúa en 1534 (a orillas del Matiquito), hijo del Cacique Curiñanca. En 1550 entró como caballerizo al servicio del conquistador don Pedro de Valdivia a la sazón gobernador de Chile, y en 1553 huyó con los indios y se convirtió en jefe nato de los revolucionarios indígenas.

Tras vencer a Valdivia en la batalla de Tucapel en ese mismo año, en la que el español resultó muerto, volvió a derrotar a los imperiales ahora mandados por Francisco de Villagrán, gobernador interino de Chile, en Mariqueñu. Beneficiándose del desconcierto producido entre los españoles por la falta de un auténtico gobernador –lo que no se resolvió hasta la llegada de García Hurtado a Mendoza– asaltó diversos núcleos humanos; en 1554 tomó Concepción, que luego abandonó para recuperarla momentáneamente en 1556; en 1555 atacó fuerte Penco; al año siguiente intentó en vano tomar Santiago, y así mismo las ciudades de Valdivia y de La Imperial tuvieron que defenderse de sus ataques. Mientras tanto la Audiencia de Lima nombraba a don Francisco de Villagrán corregidor de justicia mayor de Chile, para que se solucionase la situación creada por el Cacique araucano. Este fue sorprendido y asesinado por las tropas de Villagrán en su campamento cuando ultimaba los preparativos de la Batalla de Petorca, en la que los araucanos, sin jefe, lograron resistir a sus enemigos por unas horas. El Cacique Lautaro, fue un hombre de gran habilidad guerrera, recibió las alabanzas del escritor Alfonso de Ercilla en su obra La Araucana.

Este relato sorprendió positivamente al General De Miranda y para rendir tributo de admiración, fundó Logias filiales de la Gran Reunión Americana, en Londres, Cádiz, Madrid, Paris, sitios donde llegaban los americanos a estudiar o adelantar actividades mercantiles. Las de París y Madrid operaba con el nombre de Juntas de las ciudades y Provincias de la América Meridional y la de Cádiz con el nombre de Sociedad de Lautaro o de Los Caballeros Racionales, por ser esta ciudad española la puerta de entrada de los criollos que llegaban a Europa, sitio donde comienza el adoctrinamiento ideológico y Masónico.

Con justa razón se les llamó Logias Mirandistas a las cuales asistían los principales dirigentes y jefes de la independencia americana, destacándose entre ellos O´Higgins, Carrara, San Martín, Andrés Bello, Simón Bolívar, etc. Sin embargo, era necesaria la ayuda económica para comprar naves, municiones, pago de personal, alimentación y compra de material bélico y embarcaciones maritimas que fueron requeridas.

Le tocó al Gran Maestro, el General De Miranda, iniciar las primeras jornadas de la empresa libertadora. Con la ayuda financiera recibida en 1805 en Londres, se traslada a los EE. UU., donde logró que el Presidente y Hermano Jefferson le concediera ventajas para la expedición. En marzo del año siguiente, zarpa de Nueva York para Venezuela con más de 200 hombres, mas su arribo en abril, al puerto de Ocumare, fracasa. Diezmada la tripulación y con un solo barco, se refugia en la Isla de Granada y de allí pasa a Barbados, donde el Almirante Cochrane le facilitó atenciones y ayuda logística. Después de reorganizar su ejército, ataca de nuevo al territorio de su país y tomó a la Vela de Coro, que tuvo que evacuar a los pocos días por la escasez de municiones y personal. Después se dirigió a Trinidad donde tuvo que disolver su expedición por las razones ya anotadas.

Como las gestiones que había adelantado no tuvieron el éxito esperado y al no contar personal preparado bélicamente ni recursos económicos suficientes, regresó en 1808 a Londres donde se reencontró con Bolívar, a la sazón, Delegado a la Junta de Caracas. Visto que, ya desde 1807, empezaron las reuniones secretas en la casa del General Bolívar, y a comienzos de 1808 los patriotas caraqueños se habían organizado en una Sociedad Secreta, que desde aquel momento tuvo marcada influencia sobre el movimiento revolucionario, donde la sola presencia del general caraqueño ejercía preponderancia sobre las iniciativas de aquel grupo. No obstante que la mayoría de los diputados eran, por diversas causas, partidarios de la Independencia no daban el paso definitivo, pese a que la sociedad patriótica presionaba constantemente a los congresistas, discutiendo en asambleas públicas los problemas de la nación, tal como lo practica hoy nuestro presidente reeleccionista, por lo que aquí no podemos hablar de modernidad de un sistema de Gobierno.

Las actividades de la Sociedad Patriótica tuvieron serios contratiempos al entregar uno de sus miembros –el Marqués del Toro– al Gobernador, Capitán General Amparan las instrucciones secretas del General De Miranda para la Junta Suprema de Caracas. No obstante estos inconvenientes, la Sociedad Patriótica logró culminar su movimiento revolucionario con la Declaración de Independencia, firmada en Caracas el 19 de abril de 1810, donde se formó un gobierno autónomo con el nombre de Junta Suprema Conservadora de los Derechos de Fernando VII, cuyo Presidente fue don José de las Llamosas. Esta Junta nombró al General Simón Bolívar, Teniente Coronel de Milicias y lo envío a Londres en misión diplomática, conjuntamente con don Andrés Bello y Luís López Méndez, quienes se embarcaron en la corbeta inglesa Wellington en el puerto de La Guaira, el 10 de junio de 1810 y después de un mes llegaron al puerto Portomoun, Inglaterra.

Siguiendo un estricto orden cronológico, podemos observar que el año de 1810, fue el Año de la Libertad de algunos países americanos tal como se indica a continuación:

• Venezuela, Caracas, el 19 de Abril de 1810.
• Argentina, el 25 de mayo de 1810
• Nueva Granada, Santafé de Bogotá, el 20 de julio de 1810
• México, con el grito de Dolores el 10 de septiembre de 1810
• Chile, el 18 de septiembre de 1810
• Nueva Granada, Cartagena de Indias, el 11 de noviembre de 1811.

Es un acontecimiento histórico que no ha sido desmentido. En Londres, el General Bolívar conoció al General De Miranda y a muchos otros patriotas suramericanos, con quienes a más de tratar sobre el tema político de la emancipación de las colonias hispanoamericanas, instruía en las reuniones de la Logia La Gran Reunión Americana. Salió de Inglaterra el 21 de septiembre de 1810 y llegó al puerto de La Guaira el 4 de diciembre del mismo año para continuar en el propio suelo su proyecto independista.

Sobre la Iniciación del Libertador no hay un criterio unánime: El historiador Jules Manzini, en su obra «Bolívar y la Emancipación de lasColonias Españolas», dice que se inició en la ciudad de Cádiz en la Logia Lautaro y que en 1810 durante su misión diplomática a Londres conferida por la Junta de Gobierno de Caracas, recibió del Precursor General De Miranda en persona, el Grado de Iniciación en la Gran Logia Americana, en donde repitió el juramento que hace poco había prestado en la Logia de Cádiz. Sin embargo, otros historiadores afirman, que el Coronel Simón Bolívar ingresó a la Masonería en la Respetable Logia San Alejandro de Escocia de París en 1805 y recibió el Grado de Compañero en la misma Logia el 11 de Noviembre del mismo año. Solo existían esos dos grados; el de Compañero aseguraba la Maestría.

Como la situación política era delicada, y el palo no estaba para hacer cucharas, nueve días después del arribo del General Bolívar a Caracas, se comunicó con el General De Miranda, que se encontraba en la Isla Holandesa de Curasao y le solicito que viniera a Caracas para dar los últimos toques al problema de la liberación. En efecto, el 11 de diciembre de 1810 el General De Miranda llegó a La Guaira en el buque de guerra El Avon de la corona británica. Ya el Precursor había aceptado el cargo de Jefe de la Junta Revolucionaria de Caracas. Venía funcionando en esta ciudad una Logia con el nombre de Sociedad Patriótica dependiente de la Gran Logia Americana de Londres, que orientaba a los Hermanos patriotas revolucionarios agrupados con tan señalado propósito.

Para esa ocasión la nueva República de Venezuela se encontraba amenazada por las fuerzas imperiales dirigidas por el capitán de fragata Domingo Monteverde, osado oficial, manipulador e inescrupuloso, de autos conocidos como militar y que después en marzo de 1810 se declaró defensor de los realistas y como Jefe de los Derechos del Rey Fernando VII organiza la resistencia para establecer nuevamente el Gobierno Español.

Como el Gobierno republicano de los patriotas en Venezuela de las Provincias Confederadas, por Decreto del 28 de abril de 1812 había conferido al General de Miranda la Dictadura y el título de Generalísimo de mar y de tierra, y desde el día 11 venía despachando como tal, el 1º de mayo de 1812 nombra al Coronel de Milicias Simón Bolívar como Comandante político y militar de la plaza de Puerto Cabello, dándole posesión al día siguiente. Las contradicciones existentes entre criollos y españoles, eran un problema delicado de oportuna atención, por lo que no resultaron necesarias y suficientes las conversaciones adelantadas por el Libertador.

Como los acontecimientos de la guerra en Puerto Cabello fueron desfavorables a los patriotas, la pérdida de esa Plaza Fuerte significó un grave descalabro para la República y tal circunstancia fue aprovechada hábilmente por el capitán de Milicias Francisco Fernández Vinoni, natural de Garachico –Isla Canaria de Tenerife–, oficial de guardia del Castillo de Puerto Cabello, bajo cuya dirección el sargento mayor Antonio de Guzmán y otros presos políticos realistas se habían sublevado. Sobre la responsabilidad de este desafortunado acontecimiento se han hecho muchas conjeturas, la mayor parte de las cuales apuntan contra el coronel Simón Bolívar, por la pasiva actitud asumida cuando injustamente fue sindicado de traidor, el Precursor De Miranda. No me corresponde hacer un juicio de responsabilidades sobre este penoso incidente, ni ser defensor del Libertador de la acusación de haber participado en la delación y captura, que no se hubiese generalizado a no ser por las cartas que el futuro Libertador enviara al Precursor desde Caracas (12 de julio de 1812 y 14 de julio, dos días después), donde le manifiesta su estado anímico de abatimiento por la pérdida de Puerto Cabello y le solicitó, permiso para descansar después de trece noches de insomnio por hallarse en una especie de enajenamiento moral.

En la segunda y última carta, lleno de vergüenza, con habilidosa sutileza evade responsabilidades: Yo no soy culpable, pero soy desgraciado y basta. Una frase por demás desobligante y altanera. Por esta razón muchos historiadores son de la opinión que si el Coronel Bolívar no hubiera escrito esas dos cartas y se hubiese mantenido al margen de los acontecimientos, con toda seguridad la opinión pública, que es el mejor juez, no lo hubiera señalado como delator y traidor.

El Precursor De Miranda, era un soldado vencido por los años, sin energías, sin espíritu de militar osado, con muchas adversidades y confiando en la sagrada palabra de honor militar del opositor, accedió a suscribir un Tratado de Capitulación con el jefe realista, General Domingo de Monteverde, Capitán de Fragata, cuyas negociaciones comenzaron el 12 de julio de 1812 en la ciudad de Valencia y se firmó la Capitulación el 25 del mismo mes, por el Oficial José de Sata y Bussy, a nombre y en representación del Precursor, en el pueblo de San Mateo, con el descontento de los patriotas. Desde ese momento la Primera República Venezolana quedó sepultada.

El Comandante del ejército realista Brigadier General Domingo de Monteverde –hombre de mala fé– violó amplia y descaradamente las cláusulas de la Capitulación de San Mateo, suscrita con el General De Miranda en que se permitía a los Oficiales y patriotas civiles comprometidos en la revolución expatriarse, y ordenó al traidor Coronel Manuel María de las Casas, cerrar el Puerto de La Guaira y evitar la fuga de los 400 comprometidos a los cuales se les capturó y arrastró por las calles de Caracas asidos a las colas de los caballos. Esta orden fue cumplida el 31 de julio. La primera y mejor pieza de esa cacería humana fue el General De Miranda, quien se había instalado en la residencia del Gobernador Militar de La Guaira, el Coronel Manuel Ma. de las Casas –de cuya deslealtad desconocía– en compañía de su edecán Carlos Soublette y de dos servidores más, quienes fueron apresados por los realitas.

Es entonces cuando se pone en evidencia la delación hecha contra el Precursor. Impulsados por un falso dolor, movidos por el resentimiento y la mentirilla de que el general De Miranda había negociado con Monteverde a espalda de las autoridades patrióticas, un grupo de militares, entre ellos los generales Tomás Montilla, Simón Bolívar y Luís B, Chantillon, disponen apresar al Precursor y entregarlo a las nuevas autoridades. Tan torpe maquinación se efectúa a las dos de la mañana, cuando el General es sacado de la vivienda y llevado al Castillo de San Carlos, y por orden del General Monteverde es remitido a las bobedas del Castillo de San Felipe en Puerto Cabello, el día 2 de agosto de 1812. El 2 de julio de 1813 es trasladado al Castillo del Morro de San Juan de Puerto Rico y en diciembre del mismo año es embarcado para España a donde llega el 5 de enero de 1814 a Cádiz y encerrado en el presidio de La Carraca, en un calabozo del Castillo de la Cuatro Torres.

Para muchos historiadores imparciales y críticos escritos llamó poderosamente la actitud asumida por el entonces coronel Simón Bolívar junto con los comandantes Montilla y Chatillón no solo de haber faltado al Honor Militar sino al vínculo espiritual contraído de defender, dar asilo y proteger la vida del general De Miranda Gran Maestro de la Logia Regional Americana, y Precursor de la Independencia de América. No nos queda la menor duda de la tremenda metida de patas del coronel Bolívar, quien al no ver ninguna posibilidad de huir del país para ponerse a salvo del enemigo español, se refugia escondiéndose en Caracas, de donde, gracias a los buenos oficios e influencias del español don Francisco de Iturbe, obtuvo el pasaporte otorgado, nada menos, por el Brigadier General Domingo de Monteverde, nuevo Jefe del gobierno español, y para lograr salir de La Guaira el 27 de agosto de 1812 para llegar a Curazao el 2 de Noviembre del mismo año. Para esos días de noviembre, procedente de esa Isla, el coronel Bolívar llegó a Cartagena, acompañado de varios oficiales venezolanos y extranjeros entre ellos el Oficial francés capitán Antonio Leleux, un varón inquieto, de gran fe republicana y fervoroso Masón; como tal, hizo parte de la Logia Masónica en Cartagena Las Tres Virtudes Teologales, siendo Presidente el abogado y Hermano Manuel Rodríguez Torices, mártir de la Patria.

Con la llegada a Cartagena de los refugiados venezolanos y militares extranjeros que pudieron huir de Venezuela a la caída de la Primera República en 1812 aumentó el número de miembros de la Logia Las Tres Virtudes Teologales, que funcionó normalmente hasta 1815, por el insostenible sitio, impuesto por el pacificador español General Pablo Morillo en ese año.

En 1814, la Asamblea Legislativa del Estado de Cartagena elige por segunda vez al Hermano Masón Manuel Rodríguez Torices en el cargo de presidente, Gobernador, Dictador del Estado, designación que rechaza, por tener que ocupar su curul como diputado por dicho Estado al Congreso de la Federación de las Provincias Unidas de la Nueva Granada, reunido en la Villa de Leiva y el 24 de octubre de 1815 donde fue elegido Presidente de dicho Congreso.

Conviene recordar que, durante el Gobierno republicano del Estado de Cartagena, desde el 11 de noviembre de 1811, hasta su caída y emigración el 5 de diciembre de 1815, el movimiento marítimo de La Ciudad Heroica con las islas Antillas y países amigos fue intenso. La isla de Jamaica, dependiente del gobierno inglés era no solo un centro de abastecimiento comercial sino una importante sede Masónica británica en donde se respiraban los principios libertarios contra España y su tiranía. Con gran facilidad los criollos americanos ingresaban a las Logias de esa Isla al igual que muchos frailes dominicanos que salieran huyendo de Santa fe de Bogotá al tener conocimiento de la victoria en el Puente de Boyacá el 7 de agosto de 1819. Algunos de estos frailes regresaron con ideas republicanas modernizantes y los más curioso investidos con el título de masones. El claro entendimiento entre los masones fue un factor determinante, no sólo para que se fortaleciera la Logia Las Tres Virtudes Teologales sino para, a partir de 1809 y 1819 permitiera el nacimiento de Talleres en Santa fe. Así se explica la sincronización del movimiento emancipador ya que para prosperar una revolución se necesita preparación, fijar las ideas y la confianza en un grupo de personas, de tal manera que haya una enorme fuerza humana en la que se apoya el proceso, que lo sostenga, le dé firmeza y lo ejecute. Para salud de la Nueva Granada, así ocurrió.

Indudablemente, con el general Francisco de Miranda, Precursor de la Independencia Hispanoamericana, se iniciaba la influencia de la Francmasonería en el proceso revolucionario de América Española, inspirado en los principios tutelares de la Revolución Francesa con sus enseñas; la triada fundamental de nuestra organización de Libertad, igualdad y fraternidad, lema que utilizaron los revolucionarios Franceses. Por ello, el gran general. Precursor de la Independencia de América del Sur se sirvió de la Organización Masónica para llevar a cabo sus proyectos emancipadores por medio del símbolo, y el respeto guardado al secreto de los juramentos, y de evadir además la persecución de sus enemigos tradicionales: La ignorancia, la hipocresía y la ambición.

El gran general don Francisco De Miranda, general de División del Ejercito Francés, excombatiente del ejercito español en el norte de África, soldado de la Independencia Norteamericana, Precursor de la Independencia de América del Sur, preso en Castillas, murió el 14 de Julio de 1816 en una celda de las Cuatro Torres del presidio de la Carraca de Cádiz con una cadena atada en su cuello. Designios criminales dirigidos por manos clericales robaron su cadáver sin que hasta la fecha se sepa con seguridad donde lo ocultaron o si le dieron sepultura en cualquier monasterio de España. Su cripta en el Arco del Triunfo de los Campos Eliseos aún sigue vacía esperando sus despojos mortales.

BIBLIOGRAFÍA

  • PERFILES MASÓNICOS. Stevenson Collante, José. Ediciones Sociedad Hermanos de la Caridad. Barranquilla, Colombia. 30 de octubre de 1999.

  • HISTORIA DE COLOMBIA. Henao, Jesús M. y Arrubla, Gerardo.

  • LA MASONERÍA EN LA INDEPENDENCIA DE AMÉRICA. Carnicelli, Américo. Cooperativa Nacional de Artes Gráficas. Bogotá. 1970.

  • HISTORIA DE LA MASONERÍA COLOMBIANA. Carnicelli, Américo. Cooperativa Nacional de Artes Gráficas. Bogotá. 1975.

  • REVISTA EL MISIONERO. Números 8, 51, 52, 53 y 54. Sociedad Hermanos de la Caridad. Artes Gráficas Industriales Limitada. Barranquilla, Colombia.

  • COLOMBIA AL DÍA. Plaza y Janet.

  • PRESIDENTES DE COLOMBIA. Plaza Vega, Alfonso

Libro “Masonería en la Revolución de Mayo. Influencia en el pensamiento político”

Libro “Masonería en la Revolución de Mayo. Influencia en el pensamiento político”
La Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones y a la Universidad de Buenos Aires auspician esta primera edición de nuestro libro “Masonería en la Revolución de Mayo. Influencia en el pensamiento político”, constituyéndose en el primer libro impreso por la editorial de la Gran Logia de la Argentina “Ediciones Masónicas Argentina”. Una investigación del Centro de Estudios para la Gran Reunión Americana, del Equipo de investigación: Ricardo Romero, Roberto Sahakian, Verónica Baston, Antonio Las Heras, Nicolás Breglia, Andrea Marisa Romandetti Dasso, Jorge Cabezas, Sylvia Ruz Moreno, Germán Boure, María del Carmen Romano, Mario Luján Benítez Reyes y textos de Emilio Corbière. La tapa presenta un Oleo de Romina Ezeiza.

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